Muchos son los chefs amateurs de nuestro país que se han preguntado en alguna ocasión si su receta es exclusiva y merece la protección de una patente frente a copias o plagios para usos comerciales. Nuestro socio director, Albert Galán Llongueras, escribe sobre ello en El Confidencial.
Lo primero que se debe conocer para hacer un registro de este tipo es si resulta novedosa y no está ya protegida. Aconseja Galán acudir a las bases de datos de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM). Solo podrá llevarse a cabo el proceso si es novedosa y no ha tenido divulgación alguna anteriormente, si se distingue por una actividad inventiva no obvia a un experto y si su fabricación es físicamente posible.
Afirma el experto que «la clave pasa por tres requisitos, a priori sencillos, pero que no lo son tanto en el caso de las recetas». No obstante, hay recetas con patente, como la salsa brava tradicional, el gazpacho sin tomate o productos de pastelería para alergias e intolerancias a los componentes de la leche, del huevo, frutos secos o el gluten.
«Además, la receta también puede ser considerada como modelo de utilidad, es decir, un título que reconoce el derecho de explotar en exclusiva una invención, impidiendo a otros su fabricación, venta o utilización sin consentimiento del titular. El modelo de utilidad es una mejora, una ventaja práctica aplicable. Por ejemplo, la receta del salmorejo natural instantáneo. La conclusión es que las recetas sí son patentables, pero la siguiente pregunta es: ¿Responde a una necesidad o más bien a una cuestión de orgullo? ¿Puede más la idea de contar a nuestros comensales que nuestra receta está patentada?», se pregunta.
Aconseja Galán responder a estas cuestiones antes de iniciar el procedimiento, ya que conlleva un coste, incluida la renovación anual en otros países. «Desde mi experiencia como Perito, resulta clave un estudio de viabilidad orientado al potencial financiero y comercial de la idea. En este proceso, la intervención de un profesional experto en patentes y marcas también será decisiva en su destino».
A la hora de aprobar lo que se quiere proteger, en este caso la receta, se estudia la solidez de las reivindicaciones, uno de los puntos decisivos. Es frecuente que esto sea objeto de impugnación por parte de los competidores, de ahí la importancia de contar con unas reivindicaciones bien fundamentadas.
Otra cuestión importante que es necesario resolver es: ¿desde qué momento se empieza a contar? Galán responde: «¿desde que contamos con una receta que consideramos exclusiva o desde que está preparada para el mercado? Aquí, el asesoramiento de un experto también resultará esencial, pues habrá que tener en cuenta cuestiones como el coste de los derechos de Propiedad Intelectual, la fuerza de la solicitud y de su posterior valor en el mercado».
Concluye afirmando que «solicitar una patente es un procedimiento jurídico que exige un estudio al detalle y una estrategia. Como siempre, las prisas no son buenas consejeras. Y es que, la posibilidad de que sea rechazada es alta por los exigentes requisitos, de ahí la importancia de dejarlo en manos de un experto que conozca el proceso y tenga los conocimientos y recursos para resolver cualquier conflicto técnico. Si contamos con la receta y confiamos en sus posibilidades, se trata de empezar a estudiar la viabilidad».
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